Con frecuencia no usamos los diminutivos para referirnos a lo pequeño, sino para dar un matiz afectivo a la expresión. Los andaluces conocemos de sobra estos empleos y aceptamos con naturalidad que Manolito pueda ser un enorme cincuentón gordo y calvo. En los textos flamencos aparecen incluso diminutivos aplicados a nombres con significación aumentada, como en «Esto no se hace / con el mayor enemiguito del mundo», donde ese enemiguito es precisamente el mayor posible.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]
Si ya eres socio inicia sesión