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El pasado miércoles, Enrique Sánchez fue despedido en la capilla del Tanatorio de Alcalá por sus familiares y amigos. El responso lo ofició el sacerdote de la Parroquia de Santiago el Mayor, Manuel Ángel Cano, amigo y vecino de Enrique de la zona de El Perejil.
Durante la ceremonia, el párroco destacó la personalidad y los valores de Enrique, calificándolo como una persona «luchadora, que quería que todo el mundo lo fuera». Subrayó su capacidad para «atraer a los demás hacia sí» y su firme compromiso con la justicia y la dignidad: «Sabía perfectamente defender la dignidad del hombre».
En su homilía, Manuel Ángel Cano también ofreció palabras de reflexión y plegaria, pidiendo que «el Señor perdone sus debilidades, porque las tenía y él las reconocía», y que sea indulgente con «esas cosas que quiso hacer bien y no le salieron». Asimismo, recordó que, en la tradición cristiana, la muerte no es un final definitivo, sino un tránsito hacia la presencia de Dios: «Apoyamos con nuestra oración la explicación que estará dando a Dios Padre de esta tarde, porque la muerte del cristiano no es una muerte para siempre».
La ceremonia acabó con una emotiva despedida, marcada por el cariño y respeto de todos los asistentes, quienes recordaron a Enrique como un hombre íntegro, trabajador y profundamente humano.