Hace bastantes años que conocí a Enrique. Recuerdo que aún estaba en plena formación universitaria y profesional cuando recibí una llamada para hacer una prueba de redacción y maquetación en La Voz de Alcalá. Lo cierto es que me ilusionó bastante y, entre nervioso y acongojado, me presenté en la calle Herrero dispuesto a intentar dar una buena impresión. Yo había hecho mis pinitos en la radio y la prensa digital, pero nunca había trabajado el papel.
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