Hecho el balance del año que se va, llegan las predicciones para el entrante que no invitan precisamente al optimismo. Cosa que entiendo, pues siempre me he tenido por un fatalista empedernido, pero compruebo que el pesimismo se extiende por doquier como un signo de nuestro tiempo, sin más solución que el consumismo y el ensimismamiento hasta un nihilismo destructor y autodestructivo.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]
Si ya eres socio inicia sesión