El mirador de la ladera norte del Castillo presenta un estado insostenible, acumulando residuos y repleto de pintadas en sus paredes. Se trata de uno de los balcones sobre la escalinata de la calle Tajo. Las obras de reurbanización de este lugar iban a suponer, según el gobierno municipal, «una nueva puerta hacia el recinto fortificado desde la calle Orellana, con zonas ajardinadas, nueva iluminación y unas singulares vistas sobre el propio Castillo y las riberas del Guadaíra», además de «un atractivo turístico» que completaba el «anillo cultural». Más allá de eso, lo que podemos observar es un basurero con piezas de aparatos electrónicos y litronas.

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