Una de las antiguas callejuelas apenas modificada. F. L.

Fijándonos en los límites urbanos del casco histórico con sus ampliaciones a lo largo del siglo XX, encontramos un signo diferenciador. Desde que la población bajó del recinto amurallado, los alcalareños prefirieron trazar sus calles en el sentido de las curvas de nivel de los cerros. La vaguada, que, partiendo del Palenque, desemboca en El Perejil, se convirtió en el eje principal del nuevo urbanismo alcalareño. Las calles en cuesta aparecerán después, cuando sean inevitables.

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Francisco López Pérez, maestro de Educación Primaria, licenciado en Geografía e Historia, colaborador habitual en la presa local alcalareña.