La realidad ha superado nuestros peores augurios. Cada nueva noticia o declaración de Trump provoca una mezcla de estupor y espanto. Quizás lo más preocupante sea la fascinación que ejerce sobre muchas personas. Pero ¿qué hace que ciudadanos de clase media y baja se sientan atraídos por una ideología que rechaza principios que en teoría les benefician? La crisis de los valores de las democracias occidentales parece la consecuencia inevitable de la incapacidad de sus gobiernos de hacer frente a los desafíos del mundo actual. La retórica populista se nutre de este fracaso. Pero nos hará bien recordar algo de historia.
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