Alcalá ya no se parece a Alcalá. Nos estamos convirtiendo en parte del mundo, lo cual no es bueno ni malo, simplemente inevitable. Las calles empiezan a oler como las del resto de Europa, y no es a adobo de Blanco Cerrillo, huelen al asado de carne de kebab.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]
Si ya eres socio inicia sesión