Estoy convencido de que lo que mantiene a nuestra Sanidad Pública no son los miles de millones de euros que los políticos manejan, mueven, cambian, suplen y trajinan para cuadrar unas cuentas que asustarían al más pintado contable. De nada servirían esos presupuestos mastodónticos que sustentan el Estado del Bienestar si no fuera por el pegamento que une el SAS.
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