Hace años andaba yo aguardando mi turno en la barbería del barrio. Los parroquianos habituales se habían enfrascado en una animada conversación sobre la Guerra del Golfo, que estaba de máxima actualidad. Escuchándolos se adivinaba fácilmente el medio de comunicación del que cada cual obtenía sus datos. Muy hábilmente, el maestro barbero introdujo un nuevo tema de conversación, para evitar que el enfrentamiento dialéctico llegase a mayores. Efectivamente, la política internacional quedó definitivamente aparcada y todos pusieron la atención en algo más cercano.
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