Entre mis sesenta compañeros de aula en el patio de debajo de los Salesianos, a Francisco Sánchez, los del pueblo le decían Paco del hospital. Años más tarde se casó con Fini Mejías, mi vecina de la calle Badajoz. Aquel chaval se movía con soltura entre los de la calle de La Mina, el Derribo, el Duque, el Perejil… Luego supe que su padre era el encargado de la Casa de Socorro, cita en el patio porticado del Ayuntamiento, a la que popularmente la seguían nombrando por lo que fue en el pasado, Hospital de S. Juan de Dios.
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