Salta a la vista que algunos lugares del casco histórico de nuestra ciudad se han transformado tanto que la fisonomía que tuvieron décadas atrás resulta irreconocible en el día de hoy. Las transformaciones de nuestros caseríos y espacios públicos evidencian que la gente que vivimos en Alcalá hemos ido experimentado grandes cambios en el ámbito de la mentalidad, la economía y las formas de vida. Me atrevo a afirmar que el problema no está en los cambios, todo lo contrario. Las interrogaciones nos aparecen examinando el modo en que se llevaron a cabo, que es harina de otro costal.
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