Hacía un siglo que no escuchaba el escandaloso cacareo de unas gallinas que acaban de poner el huevo en el nidal. El mediodía era el momento más alegre del gallinero. En el corral se organizaba un extraño concierto de solistas y los ecos festivos traspasaban el ámbito doméstico. La hora del almuerzo estaba próxima. Las amas de casa se alertaban sin necesidad de mirar la hora.
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