Un tal Hermógenes, natural de una aldea de Salamanca, me contó que en su pueblo, cuando el cura preguntaba qué nombre iban a ponerle a un niño, los padres solían responder: «El que trae». Entonces el cura miraba un calendario, buscaba el santo del día del nacimiento y le encasquetaba el nombre. Hermógenes tenía una hermana a la que llamaban Niqui. Podría haber tenido la suerte de llamarse Victoria, pero el año de su nacimiento el calendario del cura traía una errata y le puso Nictoria.
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