Antonio Gonçalves, que es el nombre del dueño de la Feira dos Teçidos, poco me ha contado en el breve tiempo que estuve con él, pero nos hemos despedido dándonos la mano, con un hasta pronto y con la sensación de que lo poco, algunas veces, es mucho. Tengo que volver a visitarlo. Si su padre trabajó en la remota Macao en su familia debió quedar una memoria de lo vivido allí y, además, teniendo en cuenta el trabajo mismo.
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