«Hacía tiempo que no veía hombres uniformados, y armados, en la playa y en el paseo. Iban de azul con fusil al hombro y pistola en la cintura. Tocados con gorras de béisbol todos eran policías esbeltos. Corría viento del Sur y el mar estaba encabritado. El día gris. Hacía frío y aunque parecía que de un momento a otro caería aunque fuera una llovizna, no fue así: el cielo no conseguía llorar.
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