En un momento determinado giramos hacia una de las transversales y entramos en otra avenida no menos larga pero, tal vez, más estrecha. Llevábamos andando un buen rato y a buen ritmo y, aunque no tenía la sensación de haber recorrido mucha distancia por lo similar de las construcciones, a veces, me parecía, incluso, volver hacia atrás. Para colmo, no sabía de qué hablar con él porque, en realidad, no lo conocía, aunque algo me indicara que nada malo me iba a pasar.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]
Si ya eres socio inicia sesión