Una de las cosas buenas que ha traído la democracia ha sido la libertad de asociación, reconocida en el artículo 22 de la Constitución. Si bien en los 60 existían asociaciones, estas se crearon alrededor de la Iglesia Católica y no es hasta los 70, años de gran movilización social, cuando se produce un auge de los movimientos ciudadanos, que fueron opacados por la creación de los partidos políticos, en la confianza de que servirían de cauce para defender nuestros derechos.

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