Comisaría de la Policía Nacional de Alcalá

La Audiencia de Sevilla ha impuesto dos años y seis meses de prisión a un vecino de Alcalá que abordó a una menor de 13 años y le ofreció dinero a cambio de sexo. En concreto, el varón, de 50 años de edad, le dijo «te doy cien euros para comerte el chumino», entre otras «expresiones soeces y lamentables». El acusado, que ha tenido que ser detenido en varias ocasiones para ser enjuiciado, negó los hechos e incluso consiguió una moratoria de diez días para localizar a un testigo que, según él, lo descargaba de toda culpa. Sin embargo, dicho testimonio no alteró la percepción de culpabilidad que pesaba sobre él.

Al alcalareño se le condena por un delito de corrupción de menores de 16 años a la pena de prisión de dos años y seis meses. Además, se le prohíbe acercarse a la víctima a menos de 200 metros, o comunicarse con ella por cualquier vía, durante seis años y medio. No podrá ejercer ninguna profesión que implique contacto con menores en cinco años y medio, y una vez en libertad, estará seis años bajo libertad vigilada. Asimismo, deberá indemnizar a la menor con 2000 euros por daños morales.

El relato de los hechos

El tribunal considera probado que, alrededor de las 13:20 horas del 10 de julio de 2019, cuando la joven se encontraba en un banco de la plaza del Perejil, el procesado, de 45 años entonces, se acercó a ella y, «con ánimo libidinoso», le lanzó a la susodicha una propuesta indecorosa. La niña intentó irse, pero fue «perseguida» por el acusado, quien intentó retenerla agarrándola de un brazo, diciéndole que se fuera a su casa con él, que «estaba cerca». Afortunadamente, la menor consiguió zafarse y salir corriendo del lugar.

Según la audiencia, la actitud del encausado «atentó contra la indemnidad sexual de la menor», que «se sintió muy incómoda y asustada al vivir tal situación de estrés». Derivado de este hecho traumático, la joven sufrió pesadillas y tuvo que acudir a una consulta de psicología. Por suerte, «sus recursos personales le han permitido superar la situación y retomar sus actividades y sus estudios».

Sin pruebas ni testigos, la base de la condena es el testimonio de la joven, que fue «creíble y veraz» para el tribunal, que no percibió en ella ningún «ánimo espurio», ya que «no conocía de nada» a este hombre.

La policía supo rápidamente de quién se trataba al conocer le descripción que le ofreció la niña, que lo detalló como «delgado, con pelo negro, poco aseado y de tez muy morena», y en compañía de un perro «blanco con manchas marrones». Además, en el reconocimiento fotográfico, lo señaló «sin género de duda».

La defensa pidió la absolución

La defensa del acusado presentó como prueba que un familiar del encausado «solía tomar café por las mañanas con frecuencia» en su compañía. Sin embargo, no pudo determinar que el mismo 10 de julio hubiera estado con él. La defensa, además concluyó el juicio asegurando la inocencia de su cliente y pidiendo su absolución, reclamando como alternativa subsidiaria a la solicitud principal la atenuante de dilaciones indebidas. Una medida rechazada por la Audiencia, ya que el retraso en la celebración del juicio se ha debido a que el acusado «ha cambiado varias veces de letrado y a quien ha sido preciso detener en varias ocasiones para su comparecencia ante el órgano judicial».

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