Estuve en el Monroy los cursos 77-78 y 78-79, elegido director dos veces consecutivas. Aquella fue una etapa clave en la configuración de la España democrática, y los centros educativos jugaron un papel muy destacado. Casi fueron laboratorios de experimentación democrática. Había que sacudirse las inercias autoritarias de una sociedad estratificada, por una nueva comunidad igualitaria y participativa. Se dice pronto, pero no resultó tan fácil como se dice.
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