Irene Álvarez Borges es una joven alcalareña que desde hace ocho meses vive con su pareja en Cremona, una de las ciudades de la región de Lombardía en Italia aislada desde el pasado 8 de marzo a causa de la propagación incontrolada del coronavirus. Ese día el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, decretó la prohibición de entrar y salir de los territorios más afectados por la epidemia en el norte del país transalpino, afectando directamente a 16 millones de personas.
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