Escribo con la catástrofe aún reciente de la DANA en Valencia, que ha dejado vidas perdidas, familias despojadas de sus hogares, infraestructuras dañadas y servicios esenciales paralizados. La cobertura informativa ha sido crucial para mostrar la magnitud de esta tragedia, y será imprescindible para esclarecer la gestión de la emergencia y exigir responsabilidades por los errores cometidos. Sin embargo, esta crisis ha sacado a la superficie otro problema que amenaza el debate público: la vorágine cotidiana de desinformaciones.

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Economista. Interesado en el marketing, la política, la ciencia y la tecnología.