Hasta hace unas décadas, Alcalá terminaba en el Barrero y comenzaba en El Duque. ¿Quién podría imaginarlo hoy? Mi abuelo siempre me contaba que, en su época, del Duque para abajo era zona peligrosa a ciertas horas, y que, de la cooperativa de aceite para arriba, todo era campo. Hoy en día, Alcalá ha cambiado por completo. La ciudad crece sin cesar, extendiéndose por todas sus fronteras. Edificaciones surgen tanto en la zona de Montecarmelo como en el Distrito Sur, y parece que no hay un rincón sin urbanizar.

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