En el año 2020 diecisiete países integrados en el Consejo de Europa constituyeron el OHTE con el fin de fomentar la enseñanza de la Historia y promover las buenas prácticas educativas para reforzar los valores democráticos. Su primer informe desveló en 2023 muchos de los males que aquejan a la enseñanza de la Historia en España: los efectos perniciosos de los continuos cambios legislativos, el poco tiempo que les queda a los profesores para estudiar debido a la burocracia, los problemas de aprendizaje de los hispanohablantes en las regiones con lengua cooficial… y, sobre todo, el desprecio por la Historia de España.

El conocimiento del pasado nacional es un instrumento fundamental de cohesión ciudadana. Sin embargo, en nuestro país solo hay una asignatura de Historia de España. Se imparte en 2º de Bachillerato. Por tanto, aproximadamente un 40% del alumnado no llega a matricularse en esta materia. Además, se centra en la Edad Contemporánea. Por tanto, la mayoría de los docentes no explica lo que ocurrió antes de 1800. El alumno español promedio sale del instituto sin saber quién fue, por ejemplo, Alfonso X el Sabio, Hernán Cortés o Jovellanos.

Hace unos meses Pedro Sánchez les ha hecho un nuevo regalo a los independentistas. A partir de este año la Historia de España deja de ser una materia obligatoria en Selectividad. Los bachilleres ya no tendrán que demostrar unos conocimientos mínimos sobre el pasado de su nación.

El principal objetivo de la escuela debería ser lograr que el alumno sea capaz de pensar racionalmente, con autonomía y sin prejuicios dogmáticos. Para ello, es necesario aprender los principios y saberes de las distintas disciplinas, pues pensar consiste en combinar ideas y juicios. Cuantos más conocimientos tenga una persona más completa y rica será su visión de la realidad. La cultura propicia sacar conclusiones de las experiencias y nos hace más perspicaces y analíticos. Por ello, la principal tragedia acaecida en la España de las tres últimas décadas ha sido la degradación del sistema educativo iniciada con la aplicación de la LOGSE (1990). Pese a que actualmente internet facilita el acceso al conocimiento, es innegable que en general los jóvenes españoles salen cada vez peor preparados de las enseñanzas secundarias. La LOMLOE (la ley educativa de Pedro Sánchez de 2020) está agravando el problema, pues ha culminado la sustitución de los saberes académicos por las nuevas ideologías, del conocimiento por la opinión, del razonamiento por las emociones.

Rechaza el esfuerzo, el rigor, los conceptos abstractos y el espíritu crítico. Trata al alumno como si fuera un ser inmaduro cuyo principal derecho es la diversión. El temario de Geografía e Historia carece de orden cronológico, de ejes vertebradores y de contenidos concretos. La LOMLOE ni está formando a nuestros jóvenes en la tradición intelectual de Occidente ni los está preparando para un futuro previsiblemente cada vez más cambiante, competitivo y exigente.

Las sociedades cuanto menos instruidas estén más fácilmente caen en el populismo y la pobreza. La degradación del sistema educativo será la manifestación más difícil de revertir de la «venezuelización» de España.

Deja un comentario