En la mediocridad en la que está establecida la política impera la imagen y el marketing frente a la medidas eficaces con menos brillo. Ya está desmostrado que fumigar las calles contra el coronavirus no vale para absolutamente nada. El virus, según estudios científicos, se transmite principalmente por el aire y de nada sirve pulverizar químicos por el mobiliario urbano porque ahí no hay virus. Al principio de la pandemia, los alcaldes y alcaldesas, también la de Alcalá, sacaban a pasear los tractores con cisternas como quién saca los tanques en una demostración de fuerza bélica. Tanto hablar de guerra contra el virus que al final acabamos por creérnoslo.
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