Editorial La Voz de Alcalá

La participación es un arma de doble filo. La sociedad alcalareña debe involucrarse en la toma de decisiones de su gobierno y este debe hacer partícipes a los vecinos de sus políticas. Esto es una acción que enriquece la democracia y las políticas públicas. Sin embargo, una fingida participación no puede ser el comodín para validar la acción de gobierno sin pasar por una negociación, porque participar no significa necesariamente negociar. Y esto precisamente es lo que está haciendo el gobierno local: dar una pátina de participación a todo lo que hace, aunque luego no se traduzca en modificaciones o incorporaciones a los proyectos. Se sustituye la negociación política con una supuesta participación ciudadana. Así, la oposición queda relegada y limitada en las posibilidades de hacer política, aunque esta no sea exclusivamente la razón que justifique la inacción de los grupos.

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