La Navidad deja estampas bonitas con calles iluminadas. También deja buenos números en los comercios y la restauración local de los alcalareños. Pero también tiene una cara B. El año pasado los vecinos de calles céntricas como Nuestra Señora del Águila denunciaron que, durante la Nochebuena y la Nochevieja, muchas personas orinaron en plena calle. Fotografías tomadas desde los balcones dieron testimonio y veracidad a las quejas. Lejos de solucionarse, este año se han repetido las imágenes. La fachada del Teatro Gutiérrez de Alba, en la calle Mario Méndez Bejarano, se convirtió en «aseo público». El Ayuntamiento instaló baños portátiles, pero, a todas luces, la medida ha sido insuficiente. Cabría destacar varios aspectos para analizar con perspectiva esta situación. Hay que señalar que son personas adultas las que deciden motu proprio orinar en la calle. Es decir, hay una voluntariedad de hacerlo que escapa al control gubernamental o policial. Esto no es más que una falta de civismo y de educación.
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