Ayer encendí la televisión y, en muchos de los canales generalistas, los minutos se acumulaban con los resultados y los cientos de análisis sobre las últimas elecciones autonómicas. Miles de minutos hablando y teorizando sobre el futuro de Cataluña y de España, junto a otros tantos que vienen sobre las Elecciones Europeas. En ese momento me percaté de cuánto hablan los políticos en campaña y cuánto calla la administración en el día a día. Se produce la paradoja de que, cuando los intereses están en el lado de los representantes, la verborrea se activa y escuchamos promesas de todos los tipos y colores. En cambio, cuando el ciudadano exige al político, que ya está actuando como gestor público, ahí aparece la ley del silencio.
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