La Andalucía que conocimos, aquella que nos llenaba de orgullo, se desvanece como un espejismo en el desierto. En su lugar, asistimos atónitos al espectáculo grotesco de un país andaluz entregado al turismo de masas y a la mercantilización de su patrimonio. Y en este triste panorama, Alcalá, Córdoba y Sevilla, joyas de nuestra historia y cultura, no son la excepción.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]
Si ya eres socio inicia sesión