Montar una empresa no es fácil. Y si la empresa es pública, más difícil todavía. Hay que ser osado para hacerlo. Aunque la pólvora sea ajena y los fondos para ponerla en marcha sean de la caja común, la viabilidad de una empresa pública tiene que estar garantizada y los servicios que preste habrán de gestionarse de la forma más sostenible y eficiente. Esa es la dificultad. Tenemos ejemplos recientes y cercanos en nuestra localidad de sociedades instrumentales bienintencionadas que acabaron liquidadas precisamente por eso, por ser insostenibles y, sobre todo, poco eficientes.
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