Después de la celebración del Día de Alcalá, un acto de propaganda del gobierno con una soporífera intervención de 40 minutos de uno de los homenajeados dedicados a su persona, algunos de los asistentes me dijeron que me echaban de menos. Otros, al verme por la calle, me mostraron su solidaridad con el rechazo a ser reconocido alcalareño distinguido.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]
Si ya eres socio inicia sesión