Por desgracia, en demasiadas ocasiones, no valoramos lo que tenemos hasta que sufrimos su pérdida. Esto es lo que está ocurriendo con el pinar de Oromana, sin distinción de zonas, ya que, aunque haya quien se sorprenda, los árboles no entienden de propiedad pública o privada, ni en calidad de qué está cada propietario.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]
Si ya eres socio inicia sesión