La especie humana desaparecerá tarde o temprano. No hay en ello nada reprobable. Sobre las personas, a título individual, pienso lo mismo. Aunque anhelamos la inmortalidad movidos por un terror ancestral, la vida eterna podría resultar insufrible. La primera vez que amamos nos abruma el vértigo de un abismo infinito, pero nuestro segundo amor nace lastrado por un presagio de desengaño. Pasa igual con los libros, la música o los viajes. Tarde o temprano nada nos emociona ni nos sorprende, y entonces nada importa.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]
Si ya eres socio inicia sesión