Hacerse mayor es duro. Cada día te visitan nuevos achaques. Tu entorno se ha vuelto incomprensible y hostil. Te desazona la fragilidad emocional de los jóvenes. En tu niñez, no había quebranto anímico que no tuviera solución inmediata por la expeditiva vía del alpargatazo. Presumes de lo bien que te ha ido en la vida a pesar de la dureza de tu infancia, o quizás gracias a ella.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a socios@lavozdealcala.com
Si ya eres socio inicia sesión