Cada nuevo curso implica echar a andar una pesada maquinaria en la que empujan (o frenan) inercias, calendarios, burocracia, conflictos, muebles e inmuebles y gente, mucha gente. Alumnos y familias. Maestros o profesores de los que depende que funcione el complejo mecanismo de la enseñanza y el aprendizaje.
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