La figura, ademanes y actos de los niñatos han ganado un prescindible protagonismo en los últimos tiempos. El niñaterío ha alcanzado cotas de protagonismo mucho más allá de los habituales ámbitos en que suele equivocarse. Hay niñatos creciditos gobernando países en todo el mundo, hay niñatos en los parlamentos y en los medios de comunicación. Hay niñatos en las calles y en los parques de las ciudades –en la nuestra, por supuesto, también–, hay niñatos en las aulas y hay familiares niñatos que respaldan las niñaterías de sus niñatos. ¡Estamos rodeados!
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