Las redes sociales nos imponen curiosas tiranías. Quienes trabajan con adolescentes conocen la crueldad de los likes o los seguidores, esos indicadores objetivos de la popularidad de cualquier botarate, sin cuya bendición los jóvenes (y también los talluditos) se sienten absolutamente desdichados. Vivimos en la sociedad del escaparate y no nos hemos dado cuenta aún, donde se impone un exhibicionismo casi pornográfico de nuestras vidas, al que nadie parece poner sensatez. Todo el mundo es feliz en Facebook, como bien es sabido, y las redes se resumen en una pueril competencia por aparentar una vida plena y gozosa, que se consuma cuando los conocidos clican el me gusta.

CONTENIDO EXCLUSIVO

Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]

Si ya eres socio inicia sesión