Los alcalareños no somos muy dados al elogio chauvinista. Parece que lo de presumir no nos sale de manera natural, como si en el inconsciente colectivo el alcalareño rechazara la posibilidad, incluso estadística, de que algo bueno nos pudiera suceder. Yo percibo ese pesimismo congénito desde adolescente, donde lo moderno era dejar el pueblo y buscarse la vida en otro paraje más afortunado.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]
Si ya eres socio inicia sesión