«Yo no sé hacer pan malo», me decía en un reportaje publicado en ABC el último panadero que aún usaba leña para hacer sus inconfundibles molletes. Ahora Antonio Ordoñez se jubila. Un cartel de «Se traspasa» te hiela el corazón nada más entrar en su despacho. Se acabó una saga de panaderos a la antigua usanza, la de aquellos que hacían una miga en sus bollos que sabía a magdalenas. Los que te alegraban las mañanas con sus piezas variadas hechas de forma artesanal.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a [email protected]
Si ya eres socio inicia sesión