El valor de la inutilidad urbanística dentro de las ciudades se mide en rotondas. Cuantas más existan dentro de los pueblos, más habrá que pensar que alguien se ha llevado la pasta en esta obra pública. El ejemplo más inútil de rotonda lo tenemos en la que acaban de perpetrar en la Plaza de España, frente al colegio de los Grupos. Allí no existía nunca nada porque nada se necesitaba. Los que subían giraban con toda normalidad a la izquierda y los que bajaban a la derecha. Cero problema. Había espacio suficiente para maniobrar. Pero a algún iluminado se le ocurrió que allí podía ir una rotonda. Entonces pintaron un círculo blanco y a su alrededor pusieron unos pivotes azules de esos que si los pisas con el coche no pasa nada por su flexibilidad.

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Periodista del diario ABC desde 1989. Alumno becado por el Foreign Office en Londres, fue profesor de Opinión Pública en el Instituto Europeo de Estudios Superiores de Madrid