El 24 de diciembre un asqueroso olor a micciones subía por los portales de las calles aledañas a La Placita y a La Plazuela. El Ayuntamiento, en ese afán por mantener contenta a la juventud, había organizado unos jolgorios de música, sin respetar como es habitual ni el descanso de los vecinos ni el volumen de la música, que cuanto más alta más masa atrae.
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