El título de la columna me lo dio un vecino de los muchos que están hartos de estar hartos de vivir en el centro. Desesperado con el volumen de la música de los jolgorios que monta el Ayuntamiento en La Plazuela y La Placita, pidió a los municipales que le midieran el nivel de decibelios no que había en la calle, sino dentro de su casa. Respuesta, no hay medidores de ruido. Un consistorio con un presupuesto de 126 millones de euros el año pasado, no se lo traduzco a pesetas para evitar el infarto, no tiene dinero para comprar aparatos que midan la contaminación acústica. He bicheado por internet y hay sonómetros de 20 a 150 euros. ¿No tienen o no quieren? Me inclino por la segunda respuesta.
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