Que el proyecto de la remodelación de la explanada del Águila era un disparate se supo desde el principio. Que el tiempo terminaría demostrándolo, también.
Lo que quizá no sabíamos era que iba a quedar demostrado tan pronto, concretamente desde que la empresa encargada de los trabajos diera la «espantá» arguyendo que la subida de costes de los materiales de construcción desmontaba lo presupuestado, momento en que toda la obra del entorno del Águila quedó suspendida. Casi dos años han pasado desde su paralización y de un suspenso tan previsible como rotundo.
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