En el número anterior de este mismo periódico se publicaba una foto del lamentable estado en que se encuentra el local situado en el Nº5 de la calle Agustín Alcalá; un local cerrado cuya entrada se ha convertido en un enorme comedero para gatos. Pero la foto, siendo buena, no tiene la capacidad de mostrar lo peor de este lugar: el olor nauseabundo que invade ya un buen tramo de la calle.
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