Como en la imagen fija de aquel tiempo, la mañana amaneció azul y tibia, alegre. Habíamos quedado en la calle Salvadores para llegar al colegio por el mismo camino por el que lo hacíamos entonces, y también, claro, por rememorar aquella carrera que nos dimos con el corazón en la boca el día que «el Pui-Pui» arremetió contra nosotros lanzándonos su temida garrota.
CONTENIDO EXCLUSIVO
Hazte socio. Si ya lo eres y aún no tienes claves pídelas a socios@lavozdealcala.com
Si ya eres socio inicia sesión